La Ética
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Frase Epicureana |
La Ética, como ya se ha dicho, es la culminación del sistema filosófico de Epicuro: la filosofía tiene como objetivo llevar a quien la estudia y practica a la felicidad, basada en la autonomía o autarquía y la tranquilidad del ánimo o ataraxia. Puesto que la felicidad es el objetivo de todo ser humano, la filosofía interesa a cualquier persona, independientemente de sus características (edad, condición social, etc.).
La Ética de Epicuro se basa en dos polos opuestos: el miedo, que debe ser evitado, y el placer, que se persigue por considerarse bueno y valioso.
Las cuatro curas
Filodemo de Gadara destiló las primeras cuatro de las Doctrinas Principales epicúreas en "Cuatro Remedios" o el Tetrafármaco: "No temas a los dioses, no temas a la muerte, el placer es fácil de obtener y el dolor es fácil de evitar". La lucha contra los miedos que atenazan al ser humano es parte fundamental de la filosofía de Epicuro. Si bien Epicuro no era ateo, entendía que los dioses eran seres demasiado alejados de nosotros, los humanos, y no se preocupaban por nuestras vicisitudes, por lo que no tenía sentido temerles. Por el contrario, los dioses deberían ser un modelo de virtud y de excelencia a imitar, pues según el filósofo viven en armonía mutua, manteniendo entre ellos relaciones de amistad.
En cuanto al temor a la muerte, lo consideraba un sin sentido, puesto que “todo bien y todo mal residen en la sensibilidad y la muerte no es otra cosa que la pérdida de sensibilidad”. La muerte en nada nos pertenece pues mientras nosotros vivimos no ha llegado y cuando llegó ya no vivimos.
Carece también de sentido temer al futuro, puesto que: “el futuro ni depende enteramente de nosotros, ni tampoco nos es totalmente ajeno, de modo que no debemos esperarlo como si hubiera de venir indefectiblemente ni tampoco desesperarnos como si no hubiera de venir nunca”.
Diógenes de Enoanda, por su parte, ignora los Cuatro Remedios y en una inscripción de muro para promover la filosofía, argumenta que las tres raíces de todos los males son el miedo a los dioses, el miedo a la muerte, y los deseos sin fin o la incapacidad de entender los límites naturales de los deseos.
El placer y la felicidad
Grabado de un busto de Epicuro en la Villa de los Papiros.
Epicuro consideraba que la felicidad consiste en vivir en continuo placer. Este punto de su doctrina ha sido a menudo objeto de malentendidos, pese a que Epicuro hace una cuidadosa categorización de los placeres, indicando cuáles son recomendables y cuáles no.
En efecto, Epicuro señala que existen tres tipos de placeres:
Los naturales y necesarios: las necesidades físicas básicas, alimentarse, calmar la sed, el abrigo y el sentido de seguridad.
Los naturales e innecesarios: la conversación amena, la gratificación sexual y las artes.
Los innaturales e innecesarios, que considera superfluos: la fama, el poder político o el prestigio.
Epicuro formuló algunas recomendaciones en torno a todas estas categorías de deseos:
El hombre debe satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más económica posible.
Se pueden perseguir los deseos naturales innecesarios hasta la satisfacción del corazón, pero no más allá.
No se debe arriesgar la salud, la amistad, la economía en la búsqueda de satisfacer un deseo innecesario, pues esto solo conduce a un sufrimiento futuro.
Hay que evitar por completo los deseos innaturales innecesarios, pues el placer o satisfacción que producen es efímero.
También distinguía entre dos tipos de placeres, basados en la división del hombre en dos entes diferentes pero unidos, el cuerpo y el alma:
placeres del cuerpo: aunque considera que son los más importantes, en el fondo su propuesta es la renuncia de estos placeres y la búsqueda de la carencia de apetito y dolor corporal;
placeres del alma: el placer del alma es superior al placer del cuerpo, pues el corporal tiene vigencia en el momento presente, pero es efímero y temporal, mientras que los del alma son más duraderos y además pueden eliminar o atenuar los dolores del cuerpo.
Epicuro dice que “todo placer es un bien en la medida en que tiene por compañera a la naturaleza”. Los placeres vanos no son buenos, porque a la larga acarrearán dolor y no solo son más difíciles de conseguir, sino además más fáciles de perder.
También habla de la importancia de poseer una virtud para elegir y ordenar los placeres: la prudencia.
El discernimiento de los diferentes placeres y la recta prudencia, permiten acercarse a una vida feliz, lo cual constituye el objeto de la filosofía.
Epicuro valoraba como placer fundamental la tranquilidad del alma y la ausencia de dolor: “la ausencia de turbación y de dolor son placeres estables; en cambio, el goce y la alegría resultan placeres en movimiento por su vivacidad. Cuando decimos entonces, que el placer es un fin, no nos referimos a los placeres de los inmoderados, sino en hallarnos libres de sufrimientos del cuerpo y de turbación del alma”.
Epicuro agradeció a la naturaleza porque su filosofía no hubiera sido posible vivir sin ella. Epicuro vivió austeramente, comiendo una dieta simple de pan, queso, aceitunas y bebiendo una copa de vino ocasionalmente. Una vida plena privada, rodeada de amistades y de placeres moderados con el mínimo de dolores posibles y tranquilidad en el alma, brinda la felicidad.
El amor y la amistad
Epicuro tenía una opinión dudosa sobre el placer del sexo y el matrimonio, se disputa si lo rechazaba o lo aceptaba en ciertos casos. En cambio, sostuvo que las amistades platónicas son esenciales para vivir una vida feliz. Una de las Máximas Capitales dice: "De las cosas que la sabiduría adquiere para la bienaventuranza de la vida en general, la más grande es la posesión de amistad".
El tema de la amistad es un tema paradójico en Epicuro, como lo es en Aristóteles. De hecho, al igual que Aristóteles, Epicuro considera que el sabio es autosuficiente, que la autosuficiencia y la autarquía son un gran bien. El hombre sabio debe mantener su independencia y, sin embargo, considera Epicuro que la amistad no es para los sabios un medio simple sino un bien en sí mismo.
Los animales y el vegetarianismo
En los fragmentos de sus obras recomendó una dieta a base de pan, agua, vino y queso, como él mismo hizo.
Epicuro criticó el antropocentrismo aristotélico, aunque no rechaza la primacía humana sobre los animales, y afirma que todos los seres vivos están dotados de sensibilidad y buscan placer como los hombres que tratan de evitar el dolor.
A diferencia de los platónicos, su respeto por la vida animal se basa en motivos sensoriales y no puramente religiosos o filosóficos.
Epicuro no prescribió el vegetarianismo, sin embargo, al menos de acuerdo con el testimonio del platónico Porfirio, él era personalmente vegetariano e instó a los discípulos a respetar a los animales y una dieta sin carne.
¿En qué se traduce entonces su idea de una vida feliz?
En una vida sencilla, con sólidas amistades, pequeños placeres y alejada de tensiones innecesarias. Una vida tranquila, sin excesos. Independiente. Autónoma. Autárquica. Una vida basada en el mismo principio de la filosofía estoica: la ataraxia. La tranquilidad de ánimo. La paz de espíritu. Y toda su filosofía está enfocada a ello. Para Epicuro, el conocimiento no sirve para nada si no ayuda al hombre a ser feliz.