lunes, 11 de noviembre de 2019

Epicuro de Samos

Epicuro de Samos
Resultado de imagen para epicuro
Busto de Epicuro

Epicuro (341 a.C.-270 a.C.), criado en el seno de una pobre familia ateniense, fue el segundo de los cuatro hijos de Querestrata, una adivina. Su padre, Neocles, fue un maestro que lo educó junto a varios filósofos. A los 18 años se trasladó a Atenas para cumplir con el servicio militar. Después de una breve estancia, en el 322, se reunió con su padre en Colofón, donde empezó a enseñar. Sobre el 311, Epicuro fundó una escuela filosófica en Mitilene, en la isla de Lesbos, y dos o tres años después fue director de una escuela en Lampsaco (hoy, Lâpseki, Turquía). De regreso a Atenas en el 306, se instaló allí y enseñó sus doctrinas a un devoto grupo de seguidores.
 Según lo que acerca de su vida refirió el historiador y biógrafo del siglo III d.C. Diógenes Laertes, a su muerte dejó 300 manuscritos, incluyendo 37 tratados sobre física y numerosas obras sobre el amor, la justicia, los dioses y otros temas. De sus escritos, sólo se han conservado tres cartas y algunos fragmentos breves, incluidos en la biografía de Diógenes Laertes.

La Física

La Física

Resultado de imagen para atomo epicuro
Teoría Atómica de Epicuro

Epicuro fue un materialista, y según su Física, toda la realidad está formada por dos elementos fundamentales. Por un lado los átomos, que tienen forma, extensión y peso, y de otro el vacío, que no es sino el espacio en el cual se mueven esos átomos.

Esta realidad, dice el filósofo griego, está compuesta por dos elementos: átomos y vacío, que es el espacio en el que se mueven los átomos. Estos elementos forman la realidad, el universo en el que vivimos. Un universo que, dice Epicuro, es eterno, lo que supone un gran golpe de efecto en cuanto a las opciones metafísicas aportadas antes y después de él. Olvidémonos de motores inmóviles, de Dioses y de primeros principios. La existencia, sencillamente, existe. Desde siempre y para siempre. No tiene principio ni fin. La existencia es infinita.

Los átomos
Él escribió en su Carta a Heródoto que "nada surge de lo que no existe", indicando que todos los eventos tienen causas, independientemente de si esas causas son conocidas o no, ya que de lo contrario, no habría necesidad de semillas específicas para plantas y cualquier cosa podría generarse de cualquier forma de material, además que nunca se ha observado tales cosas. Del mismo modo, también escribe que nunca nada pasa a la nada, porque aquello en lo que se disiparían las cosas sería inexistente. Por lo tanto afirma que: "La totalidad de las cosas fue siempre como es en la actualidad y seguirá siendo la misma porque no hay nada en lo que pueda cambiar, en la medida en que no hay nada fuera de la totalidad que pueda interferir y efectuar un cambio".

Las distintas cosas que hay en el mundo son fruto de las distintas combinaciones de átomos. El ser humano, de la misma forma, no es sino un compuesto de átomos. Incluso el alma está formada por un tipo especial de átomos, más sutiles que los que forman el cuerpo, pero no por ello deja el alma de ser material. Debido a ello, cuando el cuerpo muere, el alma muere con él.

El azar
La concepción atomista procede de Demócrito, quien Aristóteles criticó su teoría indicando que si los átomos se mueven verticalmente no podrían encontrarse nunca. Epicuro modifica la filosofía de aquél en aspectos importantes, pues no acepta el determinismo que el atomismo conllevaba en su forma original. Por ello, introduce un elemento de azar en el movimiento de los átomos. Esta reformulación es una de las innovaciones más importantes de Epicuro, y se la conoce como la teoría del clinamen o parénklisis (desviación atómica), una desviación de los átomos en su caída en el vacío, es decir, una desviación de la cadena de las causas y efectos, con lo que la libertad queda asegurada y se anticipa a la evolución.2

Epicuro fue el primero en afirmar el libre albedrío como resultado del indeterminismo fundamental en el movimiento de los átomos. Esto ha llevado a algunos filósofos a pensar que, para Epicuro, el libre albedrío fue causado directamente por la casualidad. Probalemente él no asumió que podríamos responsabilizar moralmente nuestras acciones si son puramente aleatorias. Epicuro necesitó más bien el viraje solo para romper las cadenas causales en algún punto antes de nuestras acciones voluntarias, para que nuestra voluntad pueda proceder a donde nos lleve el placer y justo a donde nuestra mente nos lleve.

Ambos pensadores han sido malinterpretados y criticados, ridiculizando la idea de un "libre albedrío" en movimientos atómicos aleatorios.

Cosmología
Con respecto a la totalidad de la realidad, Epicuro afirma que ésta, como los átomos que la forman, es eterna. No hay un origen a partir del caos o un momento inicial. Tal y como leemos en la Carta a Heródoto: «Desde luego, el todo fue siempre tal como ahora es, y siempre será igual». Al contrario que sus contemporáneos, creía que el universo era ilimitado, la Tierra no era el centro de éste y también se cree que sostuvo la forma de la Tierra como plana.

La Ética



La Ética

Resultado de imagen para etica epicuro
Frase Epicureana
La Ética, como ya se ha dicho, es la culminación del sistema filosófico de Epicuro: la filosofía tiene como objetivo llevar a quien la estudia y practica a la felicidad, basada en la autonomía o autarquía y la tranquilidad del ánimo o ataraxia. Puesto que la felicidad es el objetivo de todo ser humano, la filosofía interesa a cualquier persona, independientemente de sus características (edad, condición social, etc.).

La Ética de Epicuro se basa en dos polos opuestos: el miedo, que debe ser evitado, y el placer, que se persigue por considerarse bueno y valioso.

Las cuatro curas
Filodemo de Gadara destiló las primeras cuatro de las Doctrinas Principales epicúreas en "Cuatro Remedios" o el Tetrafármaco: "No temas a los dioses, no temas a la muerte, el placer es fácil de obtener y el dolor es fácil de evitar". La lucha contra los miedos que atenazan al ser humano es parte fundamental de la filosofía de Epicuro. Si bien Epicuro no era ateo, entendía que los dioses eran seres demasiado alejados de nosotros, los humanos, y no se preocupaban por nuestras vicisitudes, por lo que no tenía sentido temerles. Por el contrario, los dioses deberían ser un modelo de virtud y de excelencia a imitar, pues según el filósofo viven en armonía mutua, manteniendo entre ellos relaciones de amistad.

En cuanto al temor a la muerte, lo consideraba un sin sentido, puesto que “todo bien y todo mal residen en la sensibilidad y la muerte no es otra cosa que la pérdida de sensibilidad”. La muerte en nada nos pertenece pues mientras nosotros vivimos no ha llegado y cuando llegó ya no vivimos.

Carece también de sentido temer al futuro, puesto que: “el futuro ni depende enteramente de nosotros, ni tampoco nos es totalmente ajeno, de modo que no debemos esperarlo como si hubiera de venir indefectiblemente ni tampoco desesperarnos como si no hubiera de venir nunca”.

Diógenes de Enoanda, por su parte, ignora los Cuatro Remedios y en una inscripción de muro para promover la filosofía, argumenta que las tres raíces de todos los males son el miedo a los dioses, el miedo a la muerte, y los deseos sin fin o la incapacidad de entender los límites naturales de los deseos.

El placer y la felicidad

Grabado de un busto de Epicuro en la Villa de los Papiros.
Epicuro consideraba que la felicidad consiste en vivir en continuo placer. Este punto de su doctrina ha sido a menudo objeto de malentendidos, pese a que Epicuro hace una cuidadosa categorización de los placeres, indicando cuáles son recomendables y cuáles no.

En efecto, Epicuro señala que existen tres tipos de placeres:

Los naturales y necesarios: las necesidades físicas básicas, alimentarse, calmar la sed, el abrigo y el sentido de seguridad.
Los naturales e innecesarios: la conversación amena, la gratificación sexual y las artes.
Los innaturales e innecesarios, que considera superfluos: la fama, el poder político o el prestigio.
Epicuro formuló algunas recomendaciones en torno a todas estas categorías de deseos:

El hombre debe satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más económica posible.
Se pueden perseguir los deseos naturales innecesarios hasta la satisfacción del corazón, pero no más allá.
No se debe arriesgar la salud, la amistad, la economía en la búsqueda de satisfacer un deseo innecesario, pues esto solo conduce a un sufrimiento futuro.
Hay que evitar por completo los deseos innaturales innecesarios, pues el placer o satisfacción que producen es efímero.
También distinguía entre dos tipos de placeres, basados en la división del hombre en dos entes diferentes pero unidos, el cuerpo y el alma:

placeres del cuerpo: aunque considera que son los más importantes, en el fondo su propuesta es la renuncia de estos placeres y la búsqueda de la carencia de apetito y dolor corporal;
placeres del alma: el placer del alma es superior al placer del cuerpo, pues el corporal tiene vigencia en el momento presente, pero es efímero y temporal, mientras que los del alma son más duraderos y además pueden eliminar o atenuar los dolores del cuerpo.
Epicuro dice que “todo placer es un bien en la medida en que tiene por compañera a la naturaleza”. Los placeres vanos no son buenos, porque a la larga acarrearán dolor y no solo son más difíciles de conseguir, sino además más fáciles de perder.

También habla de la importancia de poseer una virtud para elegir y ordenar los placeres: la prudencia.

El discernimiento de los diferentes placeres y la recta prudencia, permiten acercarse a una vida feliz, lo cual constituye el objeto de la filosofía.

Epicuro valoraba como placer fundamental la tranquilidad del alma y la ausencia de dolor: “la ausencia de turbación y de dolor son placeres estables; en cambio, el goce y la alegría resultan placeres en movimiento por su vivacidad. Cuando decimos entonces, que el placer es un fin, no nos referimos a los placeres de los inmoderados, sino en hallarnos libres de sufrimientos del cuerpo y de turbación del alma”.

Epicuro agradeció a la naturaleza porque su filosofía no hubiera sido posible vivir sin ella. Epicuro vivió austeramente, comiendo una dieta simple de pan, queso, aceitunas y bebiendo una copa de vino ocasionalmente. Una vida plena privada, rodeada de amistades y de placeres moderados con el mínimo de dolores posibles y tranquilidad en el alma, brinda la felicidad.

El amor y la amistad
Epicuro tenía una opinión dudosa sobre el placer del sexo y el matrimonio, se disputa si lo rechazaba o lo aceptaba en ciertos casos.​ En cambio, sostuvo que las amistades platónicas son esenciales para vivir una vida feliz. Una de las Máximas Capitales dice: "De las cosas que la sabiduría adquiere para la bienaventuranza de la vida en general, la más grande es la posesión de amistad".

El tema de la amistad es un tema paradójico en Epicuro, como lo es en Aristóteles. De hecho, al igual que Aristóteles, Epicuro considera que el sabio es autosuficiente, que la autosuficiencia y la autarquía son un gran bien. El hombre sabio debe mantener su independencia y, sin embargo, considera Epicuro que la amistad no es para los sabios un medio simple sino un bien en sí mismo.

Los animales y el vegetarianismo
En los fragmentos de sus obras recomendó una dieta a base de pan, agua, vino y queso, como él mismo hizo.
Epicuro criticó el antropocentrismo aristotélico, aunque no rechaza la primacía humana sobre los animales, y afirma que todos los seres vivos están dotados de sensibilidad y buscan placer como los hombres que tratan de evitar el dolor.

A diferencia de los platónicos, su respeto por la vida animal se basa en motivos sensoriales y no puramente religiosos o filosóficos.

Epicuro no prescribió el vegetarianismo, sin embargo, al menos de acuerdo con el testimonio del platónico Porfirio, él era personalmente vegetariano e instó a los discípulos a respetar a los animales y una dieta sin carne.

¿En qué se traduce entonces su idea de una vida feliz?
En una vida sencilla, con sólidas amistades, pequeños placeres y alejada de tensiones innecesarias. Una vida tranquila, sin excesos. Independiente. Autónoma. Autárquica. Una vida basada en el mismo principio de la filosofía estoica: la ataraxia. La tranquilidad de ánimo. La paz de espíritu. Y toda su filosofía está enfocada a ello. Para Epicuro, el conocimiento no sirve para nada si no ayuda al hombre a ser feliz.

La Canónica

La Canónica
Resultado de imagen para epicuro
Epicuro mirando kul


La epistemología de Epicuro es empirista; la sensación es la base de todo el conocimiento y se produce cuando las perfecciones que desprenden los cuerpos llegan hasta nuestros sentidos. Ante cada sensación, el ser humano reacciona con placer o con dolor, dando lugar a los sentimientos, que son la base de la moral. Cuando las sensaciones se repiten numerosas veces, se graban en la memoria y forman así lo que Epicuro denomina las "ideas generales" (diferentes a las platónicas). Para que las sensaciones constituyan una base adecuada, sin embargo, deben estar dotadas de la suficiente claridad, al igual que las ideas, o de otro modo nos conducirán al error.

Epicuro comparte ideas con los estoicos y con Aristóteles, entre otros. Determina qué fuente de nuestro conocimiento son las sensaciones. Ante estas, nos vemos sometidos a diferentes respuestas emocionales, entre ellas, las que moldean la moral: el placer y el dolor. Estas sensaciones, repetidas una y otra vez por la experiencia, acaban formando en nuestra mente lo que Epicuro denomina “ideas generales”, que serían el principio a partir del cual empezamos a conocer la realidad que nos rodea.

Diógenes Laercio, menciona un cuarto proceso de conocimiento, además de las sensaciones, los sentimientos y las ideas generales: las proyecciones imaginativas, por las cuales podemos concebir o inferir la existencia de elementos como los átomos, aunque éstos no sean captados por los sentidos.

Todos esos aspectos, sin embargo, son sólo los principios que rigen nuestro modo de conocer la realidad. El resultado de su aplicación nos lleva a concluir la concepción de la naturaleza que se detalla en la Física, segunda parte de la filosofía epicúrea. Las sensaciones rigen la verdad de las proposiciones (y no al revés), por ello la lógica queda arrinconada a un lado de la teoría del conocimiento.

Teoría del lenguaje:
Para Epicuro existe una relación entre el conocimiento y el lenguaje. Él sigue una teoría naturalista evolucionaria y gradual del lenguaje. Éste no es un invento humano, sino producto del ambiente del hombre y su constitución física. El significado de una palabra es, por lo tanto, un significado "natural", pero este significado queda cubierto por los usos que los hombres le dan. Volver al primer significado es volver a las ideas preconcebidas, y así recurrir a la fuente del conocimiento humano (en oposición a la dialéctica).

El Jardín de Epicuro

                 

                    El Jardín de Epicuro


Resultado de imagen para jardín de epicuro
Representación del Jardín
Jardín (kípos κῆπος en lengua griega) es el nombre de la escuela de filosofía fundada por Epicuro en las afueras de Atenas, próxima a la Academia platónica, en el camino de El Pireo.1​ Epicuro se estableció definitivamente en Atenas en el año 306 a. C. (cerca de esta fecha debió de fundar su Jardín) y permaneció aquí el resto de su vida. Desarrolló en el Jardín sus ideas de amor hacia el campo (más que un verdadero jardín, su escuela se trataba de un huerto, de un espacio rural ajeno a la ciudad),2​ su ideal de vida oculta y su rechazo hacia los planteamientos intelectuales y políticos de la Academia platónica.​ Los seguidores de Epicuro fueron conocidos como los filósofos del jardín o aquellos del jardín.

El Jardín ofrecía un lugar tranquilo, alejado del bullicio de la urbe, en el que podían tenían lugar desde charlas y convivencias hasta comidas y celebraciones (simposion). Se trataba, pues, de un lugar más destinado al retiro intelectual de un grupo de amigos que de un lugar para la investigación científica y a la paideía superior, a diferencia de la Academia de Platón o el Liceo de Aristóteles.

Eran admitidas al Jardín personas de toda condición y clase, lo que llegó a ser causa de escándalo. Incluía a personas respetables, pero igualmente a gentes de vida disoluta. También a mujeres y a esclavos, lo que en aquella época constituía un hecho inusual para una escuela filosófica.

Epicuro impartió sus enseñanzas en el Jardín hasta su fallecimiento en el año 270 a. C., cuando tenía 72 años. Dejó la dirección de su escuela a Hermarco, quien había sido su discípulo en Mitilene antes de la fundación del Jardín y quien le acompañó fielmente desde entonces. Su sucesor fue Polistrato. Otros epicúreos contemporáneos a ambos fueron Metrodoro y Colotes.

Zenón de Sidón fue también escribió muchas obras, y su sucesor fue Fedro. Filodemo de Gadara en los papiros herculaneos, que comprenden numerosas obras epicúreas. El epicureísmo ya se había introducido en Roma, en el siglo II a. C. La primera persona en difundir sus doctrinas en la prosa latina fue un cierto Amafinio.​ Patro fue el líder de la escuela hasta el 51 a.C.


Presentación

Presentación



Io


Soy Roger Daniel Chávez Ríos, estudio en la Universidad Nacional de Trujillo la carrera de Educación Secundaria, mención en: Filosofía, Psicología y Ciencias Sociales.

Me gusta jugar Pokemon, leer sobre filósofos de mi gusto y soy amante de todo tipo de manifestación artística.